Las seis mil cruces levantadas por el procónsul Craso a lo largo de la vía Appia, para ajusticiar a los esclavos sublevados y aleccionar a las generaciones futuras, no consiguieron borrar el recuerdo de Espartaco, el tracio que rechazó la dominación romana, fue reducido a la esclavitud y convertido en gladiador hasta que huyó con un puñado de fieles compañeros cuyo destino era también la muerte en la arena. «Aquellos que son recordados no mueren -proclama-. Hemos sido vencidos, pero hemos vivido como hombres libres.» Max Gallo elabora un amplio y minucioso retrato de esa "guerra servil". De un lado, el orden de las legiones, el poderío y la riqueza de Roma, sus tribunos, sus cónsules, César, Craso, Pompeyo. De otro, el ansia de libertad, el salvajismo, la anarquía de hombres que han roto sus cadenas y que roban, saquean y siguen a su caudillo sin obedecerle.