«El crisol» puede enmarcarse en la categoría de teatro político, por un lado, y teatro histórico, por otro. Ambientada en las colonias inglesas en el Nuevo Mundo, a finales del siglo XVII, la obra no habría sido escrita de no ser por otro momento histórico: lo que dos siglos y medio después estaba aconteciendo en Estados Unidos y en el resto del mundo, justo en los albores de la conocida como Guerra Fría. Otra ?caza de brujas?, la que tuvo lugar a principios de los años 50 del pasado siglo, sin duda una de las más conocidas, que el propio Miller sufrió y durante la que escribió «El crisol».
Los acontecimientos que se produjeron en Salem, Massachusetts, en 1692, durante los cuales casi doscientas personas fueron acusadas de practicar la brujería, y que terminaron con la ejecución de varios inocentes, son una manifestación perversa del pánico de las autoridades ante la pérdida de poder y su empeño por restaurarlo. Lo que empezó siendo un juego de niñas terminó convirtiéndose en un instrumento para hacer volver a los colonos al redil de la fe y las buenas costumbres, estableciendo una suerte de imperio del terror. El paralelismo entre Salem y los albores de la Guerra Fría figura en el mapa de nuestra conciencia histórica gracias a la obra del genial dramaturgo norteamericano.