Marga d'Andurain, nacida en Bayona en el seno de una familia de la burguesía vasca, tuvo una vida absolutamente novelesca. Vivió en Argentina, y tras la Primera Guerra Mundial se trasladó con su marido a El Cairo. Desde entonces espió para los británicos, regentó un hotel en Siria, se propuso ser la primera occidental que entrase en la Meca, fue encarcelada en un harén, traficó con opio en el París de la ocupación nazi y acabó sus días de la misma forma en que vivió, cuando se disponía a embarcar en su última gran aventura en el Tánger de finales de los años cuarenta.