«Esta maravilla literaria pone en escena a dos héroes: su autor y su tema. Los dos fueron prisioneros. Uno, de su obra, que acabó matándolo. El otro, de la locura comunista, de la que pudo escapar gracias a esa misma obra. ¿No es magnífico?»
Le Figaro
«Este ensayo sobre Proust fue dictado el invierno de 1940-1941 en un frío refectorio de un convento que nos servía de comedor en nuestro campo de prisioneros en Griazowietz, en la URSS. La falta
de precisión de estas páginas se explica por el hecho de que yo no poseía ningún libro referido a mi tema. Esto no es un ensayo literario, sino recuerdos sobre una obra a la que debía mucho y que no estaba seguro de volver a ver. En una pequeña sala, abarrotada de compañeros, cada uno de nosotros hablaba de lo que mejor se acordaba. Yo pensaba entonces emocionado en Proust, que se habría sorprendido mucho al saber que unos prisioneros polacos, tras toda una jornada pasada en la nieve y el frío, escuchaban con intenso interés la historia de la duquesa de Guermantes, la muerte de Bergotte y todo aquello de lo que yo podía acordarme de ese mundo de preciosos escubrimientos psicológicos y de belleza literaria.»
Józef Czapski