En este libro se describen las formas en que los políticos, dirigentes religiosos, los líderes de movimientos nacionalistas y otros agentes tratan de influir sobre nuestro uso de la lengua. La planificación lingüística es una forma de planificación social, por tanto, una manera de intervención que plantea cuestiones de política oficial y de cambio social. El profesor Cooper sostiene que la planificación lingüística nunca es un fin en sí misma, sino que se lleva a cabo para lograr fines no lingüísticos como la integración nacional, el control político, el desarrollo económico, la creación de nuevas elites o el mantenimiento de las existentes, la planificación de grupos minoritarios y la movilización de masas. A partir de numeros ejemplos, como la revitalización del hebreo como idioma hablado, las campañas feministas encaminadas a erradicar el uso sexista del idioma, las campañas de alfabetización de adultos, el movimiento de simplificación del idioma, los movimientos de reforma de la ortografía, o las campañas encaminadas a depurar el idioma de términos extranjeros, el autor define el ámbito de la planificación lingüística y establece una relación entre ésta y otrso aspectos de la planificación social.