Cuando no se trata de una forma imperativa, una forma verbal personal -en la tradición gramatical española- suele considerarse como « indicativa » o « subjuntiva », es decir, -salvando numerosas diferencias de apreciación- como asertiva o no asertiva. En la lengua moderna sin embargo, hay formas conjugadas cuya descripción da lugar a notables discrepancias e incluso a evidentes contradicciones. Basta con abrir, por ejemplo, la más completa y más reciente descripción de la lengua española -la Gramática descriptiva de la lengua española- para comprobar que algunos de los especialistas encargados de su redacción consideran indudablemente indicativa la forma en ?ra del enunciado se comentan las declaraciones del que fuera Ministro de Asuntos Exteriores, mientras que otros la consideran indiscutiblemente subjuntiva. Cabe pensar, desde luego, que una de estas dos posiciones es errónea. Pero cabe pensar también -es la tesis defendida en el presente trabajo- que la oposición entre un modo « indicativo » y un modo « subjuntivo » -con el valor general que suele atribuírsele- no es la que mejor refleja la organización interna del sistema verbal español. Otra oposición modal puede explicar esta organización de manera más sencilla y por lo tanto más satisfactoria. Esta nueva oposición, ratificada por la estructura significante del verbo, es la que se describe en la primera parte del trabajo. La segunda parte, de tipo diacrónico, pretende mostrar que, en la historia de la lengua, no ha cambiado nunca el valor modal de la forma en ?ra. Pretende mostrar que, pese a las variaciones observables en su uso, esta forma sigue siendo hoy en día lo que ya era en los orígenes del idioma.