Rousseau fue, ante todo, un polifacético y genial escritor que cultivó casi todos los géneros literarios, con resultados casi siempre tan brillantes como revolucionarios. Y escribió sobre las cuestiones que más preocupaban a sus coetáneos con planteamientos y soluciones originales y, frecuentemente, desconcertantes para todos, ilustrados o conservadores. No puede extrañar, pues, verlo inmerso en frecuentes y sonadas polémicas con sus colegas (Voltaire, Diderot, D'Alembert, Hume, Grimm), protectores (Malesherbes, Mirabeau) o adversarios (Beaumont, Tronchin). Sin embargo, los comentaristas no suelen tener en cuenta los caracteres propios de este género literario: puesta en escena teatral, énfasis, hipérboles, paradojas y todos los recursos de la retórica. El talento de Rousseau como polemista es formidable: es el género literario que mejor cuadraba a su carácter.
La selección que presentamos ofrece cuatro muestras significativas de su genio polémico: habilidad frente a Voltaire, credibilidad frente a Malesherbes, contraargumentación forense frente a Beaumont (su pieza maestra del género), y manifiesta pérdida de facultades frente a Mirabeau. Estos escritos resultan indispensables para entender el pensamiento de Rousseau, especialmente en cuestiones como la religión natural y la política.