Escrita en pocos días y concebida como una crítica a la política expansionista de Napoleón, Del espíritu de conquista y de la usurpación se ha convertido en un clásico del pensamiento político contemporáneo. Sus páginas recogen el núcleo central de las preocupaciones anteriores de Constant y adelantan las reflexiones que cimentarán su fama como pensador político liberal en los años de la Restauración en Francia. El recurso a la guerra y a la conquista, en una época donde predomina el comercio y el deseo de disfrutar de los derechos y libertades individuales, es, para el autor, un anacronismo histórico de graves consecuencias no sólo para los pueblos sojuzgados sino también para la propia nación agresora, que ve destruidos sus valores morales y su libertad política. En lugar del gobierno legítimo aparece entonces una nueva clase de despotismo, el que se ejerce en nombre de todos y obliga a todos a manifestar su consentimiento. El análisis lúcido y certero de Constant de este «despotismo moderno» contiene ya algunos rasgos de lo que el siglo XX conocerá como «totalitarismo».
«Los conquistadores de nuestros días, pueblos o príncipes, quieren que su imperio no presente sino una superficie lisa, sobre la que el ojo soberbio del poder se pasee, sin tropezar con desigualdad alguna que le hiera o limite su vista. El mismo código, las mismas medidas, los mismos reglamentos y, si es posible llegar a ello, gradualmente la misma lengua; he aquí lo que se ensalza como perfección de toda organización social.»