La Carta a D'Alambert constituye, sin duda, el escrito polémico más conocido y difundido de Rousseau. Él mismo confiesa que sentía predilección por este texto. Y, sin embargo, fue escrito en condiciones físicas y anímicas muy desfavorables. Pese a todo, lo redactó casi de un tirón en apenas tres semanas, fiel al diagnóstico que el propio D'Alembert trazará de él en la carta a Voltaire: Rousseau alcanza su máxima capacidad intelectual "cuando su mente se inflama".
La obra pretende denunciar por su parte la actitud homogeneizadora del modelo ilustrado; de ahí su insistencia en advertir que lo que es bueno para París no tiene por qué ser bueno para Ginebra.