En nuestros días muchas personas abandonan la Iglesia institucional para ir en busca de una religiosidad más tangible, reconfortante, terapéutica y convincente, ignorando en gran medida que los Evangelios les ofrecen no sólo aquello que anhelan sino incluso mucho más. Esa es la experiencia de los cristianos desde la época de los apóstoles hasta nuestros días cuando se acercan a las Escrituras y a las vidas de los santos. El problema es que esa religiosidad, ese algo tangible, a veces no se consigue fácilmente, ya que sólo se puede buscar y adquirir a través de la disciplina, la oración, la meditación, la contemplación y la práctica espiritual.
Para venir en nuestra ayuda, Russell Hart utiliza dieciocho iconos de santos que él mismo pintó como introducción a los ejercicios espirituales que realizó antes de producir imágenes que buscaran expresar la Luz de Dios de una manera visible. Un fugaz viaje a la Unión Soviética fue determinante en su vida y produjo en él el milagro de la verdadera transformación interior.