Esta obra, considerada como un auténtico clásico tanto en Francia como en Brasil -donde Lebrun enseñó durante muchos años-, es quizás el más iluminador de cuantos ensayos se han escrito en la segunda mitad del siglo XX sobre el entero proyecto crítico kantiano, pero también sobre su genealogía pre-crítica -en permanente discusión con la modernidad filosófica que representan Leibniz, Descartes, Hume o Spinoza-, sobre la relación del Juicio con las bellas artes y, en último pero no menos importante lugar, sobre el lugar de la Crítica en la génesis de las ciencias biológicas que van a parar en el evolucionismo darwinista.