En Difícil tolerancia se muestra, con mayor vigor que nunca, la veta polémica con que a menudo nos sacude Yves-Charles Zarka: el prestigioso intelectual francés trata de justificar aquí, sin parar mientes en lo políticamente correcto, que la islamización de Europa es uno de los más graves peligros a los que se enfrentan nuestras democracias, ya que amenaza con segar de raíz -de no ponerle coto la estructura-tolerancia, bien entendida: sabedora del límite en el que se anuncia lo intolerable (o más bien la defección)- los principios jurídicos y morales sobre los que descansa el Estado de derecho.
En este sentido, el ensayo de Zarka constituye una apasionada crítica de las tentativas islámicas de invadir las escuelas y, en general, la esfera de lo público, con dogmas y signos religiosos que conculcan la laicidad del Estado, así como de todas aquellas prácticas e instituciones religiosas que discriminan a las mujeres o, sin más, las denigran como sujetos de derecho; y es también, por las mismas razones -por la misma defensa de los derechos individuales-, una severa censura de las minorías religiosas y los nacionalismos políticos que, al amparo de impostados sujetos colectivos, vienen a parar en lo mismo: tiranizar individuos.