La obra de Bataille escapa a toda clasificación. Él mismo se ocupó de elaborar planes para sus textos, aunque ninguno general, ninguno definitivo, y sin embargo toda su obra responde a una voluntad única, voluntad que Bataille llama voluntad de suerte y que pone en juego la representación plural del hombre. Esta obra, excesiva y exasperante como el rigor que la anima, negada por la ideología o desautorizada por la ciencia, ejerce sobre el pensamiento contemporáneo una influencia cada día mayor.
El ojo pineal representa la máxima tentativa de generalización del pensamiento de Bataille: la simbolización que el mito realiza en estos textos no sirve aquí a la recreación de un pensamiento especulativo, sino a la elaboración de una metodología que ponga en juego la contradicción que se halla en la base de toda actividad humana. Cumple por tanto una función dialéctica donde la ciencia o la filosofía fracasan. Cuando en 1927 escribe El ano solar, Bataille tiene ya la intuición del mito: "el único que tuvo la capacidad suficiente para producir un mito nuevo", dirá Bretón tardíamente.