La física, y en general la ciencia, comenzó una nueva etapa –sobre cuyos cimientos se construiría el mundo moderno– con la publicación en 1687 de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, el libro inmortal de Isaac Newton Pero, al contrario de lo que muchos creen, la física newtoniana no nació completa, acabada: fue necesario el trabajo de muchos otros científicos para que alcanzase el grado de perfección por el que es conocida y admirada. Y en esa labor pocos pueden competir con el matemático, físico y astrónomo francés, Pierre-Simon Laplace (1749-1827), uno de los grandes “newtonianos” de todos los tiempos, autor de obras tan fundamentales como la Mecánica celeste (1799-1825). Consciente de la dificultad del contenido de este texto, Laplace escribió un libro sobre el mismo tema, más asequible para el público francés, cultivado pero no especialista, que vivía la Ilustración tardía revolucionaria, y mostraba un cierto entusiasmo por los problemas astronómicos: la Exposición del sistema del mundo (1796), cuya traducción al español ve la luz por primera vez en esta colección. En pocos lugares podrán los lectores acceder mejor que en este libro al fascinante universo de la astronomía, leyes del movimiento y de la gravitación newtonianas, tal y como se comprendían cuando el siglo XVIII, el de la Ilustración, iba a dejar paso a una nueva centuria, en la que el electromagnetismo y la química orgánica tomarían el liderazgo que antes había ostentado la astronomía.