Cada uno de los tres ensayos Pasiones, Salvo el nombre y Khôra constituye una obra independiente y puede leerse como tal. Si, no obstante, se juzgó oportuno publicarlos simultáneamente, fue porque, pese al origen singular de cada uno de ellos, los recorre el hilo de una misma temática: forman una suerte de Ensayo sobre el nombre.
Khôra sitúa una aporía ejemplar del texto platónico. El Timeo nombra khôra (localidad, lugar, espaciamiento, emplazamiento) a esa «cosa» que no es nada de aquello a lo cual, sin embargo, parece «dar lugar», sin dar jamás nada, empero: ni los paradigmas ideales de las cosas ni las copias que un demiurgo insistente inscribe en ella.
Insensible, impasible pero sin crueldad, inaccesible a la retórica, khôra desalienta, ella «es» lo mismo que desarma los esfuerzos de persuasión, y cualquiera querría tener el valor de creer o el deseo de hacer creer: por ejemplo, en las figuras, tropos o seducciones del discurso. Esta increíble e improbable experiencia es también, entre otras dimensiones, política.
Anuncia un pensamiento, o mejor, sin prometerla, una puesta a prueba de lo político.