A pesar de la advertencia nietszcheana acerca de la peligrosidad que el exceso de los estudios históricos ocasionaría en la vida sana de los pueblos, el inicio del siglo nos encuentra instalados en lo que se ha dado en llamar «el giro histórico»: una creciente conciencia del impacto que la historia ejerce en los más disímiles campos del saber. Simultáneamente y más allá del mundo de la historia como disciplina académica, se observa una fascinación con la memoria, visible en la transformación de nuestra cultura histórica. Este fenómeno enfrenta al historiador con los límites de una disciplina que había permanecido aislada de los debates públicos casi más de medio siglo. Este libro está organizado alrededor de tres grandes cuestiones: el problema de la historia de la modernidad, el debate en torno a la narrativa historiográfica y la relación de la historia con la memoria. En efecto, gran parte de las reflexiones teóricas del siglo XVIII acerca de los alcances del conocimiento histórico estuvieron motivadas por la preocupación de separar la historia de las belles lettres y delimitar su campo frente al de la memoria. Siglos después, ambas cuestiones retornan como ejes de las discusiones llevadas a cabo en los últimos tiempos en torno a la disciplina historiográfica. Este libro, entonces, también puede ser leído como una historia de reflexiones filosóficas que giran alrededor de ciertos problemas comunes que enlazan los debates contemporáneos con los tiempos modernos.