Con intención de prepararle para la Iniciación, su maestro le transmitió al joven Krishnamurti una serie de enseñanzas que lenta y laboriosamente él mismo fue transcribiendo de memoria, y cuyo fruto nos ha legado uno de sus primeros escritos, donde nos transmite tanto su propio pensamiento como las palabras de su maestro.
A través de ellos nos dicta sabias recomendaciones para ajustar nuestras ideas, palabras y acciones a una ética compasiva y lúcida, imprescindible para adquirir ulteriormente aquellas elevadas calificaciones que permitirán al aspirante acceder, con el tiempo, a los niveles más exigentes del Empinado Sendero.
Sobre la base del discernimiento, la ausencia de deseo, la buena conducta y el amor, el joven Krishnamurti nos habla de la necesidad de dominar la mente, de lograr habilidad, de la tolerancia de la alegría y del Amor, y éste, en particular, como la cualidad más importante de todas.
Es necesario señalar que, por ser una obra precoz de Krishnamurti -donde ya nos invita a elegir el escondido sendero que conduce al templo de la sabiduría-, su valor se magnifica al permitir asimilar con más nitidez el profundo pensamiento que fue desarrollando en el tiempo y que posteriormente nos legó.