En una primera aproximación, esta obra podría parecer una crítica radical del mundo moderno, cuya concepción del conocimiento parece basarse exclusivamente en la noción de cantidad, en el mecanicismo y en la abusiva creación de oposiciones y dualismos. Sin embargo, la crítica va mucho más allá y se extiende a las categorías epistemológicas y a las concepciones del mundo más universalmente admitidas por la "modernidad". Una tras otra caen así por su propia base las ciencias exactas y las sociales, pierden el brillo de la evidencia cartesiana muchos de nuestros más profundos instrumentos intelectuales, y nociones como las de evolución o progreso histórico y psicoanálisis quedan reducidas a un desarrollo fragmentario y excesivamente simple. La obra recorre los caminos de las diferentes religiones y procesos iniciáticos, da cuenta de las aportaciones de las diversas corrientes ocultistas y espiritualistas y, en fin, dinamita serenamente los fundamentos de la civilización occidental, con la intención de reivindicar un conocimiento tradicional que constituye también la base de esta última pero que, en el fondo, es algo mucho más complejo y misterioso.