Cuando delegas la responsabilidad como padre, también estás renunciando a disfrutar de tu hijo
Gozar de los hijos adolescentes no es una utopía: es posible vivir, hablar y llevarse bien con ellos. Los padres no tienen que ser perfectos, porque nadie desea tener en casa un superman o una superwoman, sino a alguien que le quiera y le proteja. Los jóvenes quieren tener la certeza de que sus padres están ahí y necesitan que les digan lo que les parece bien y mal, aunque luego quieran tomar sus propias decisiones.
La buena adolescencia nos enseña que no hay que tener complejos si se actúa con coherencia y dedicación, las dos claves de la educación en la responsabilidad. Además, el libro:
Aporta claves para fomentar la autoestima de nuestros adolescentes, gratificar sus esfuerzos y relativizar éxitos y fracasos.
Ofrece pistas sobre cuándo es momento de consultar a un profesional y cuándo sólo se trata de etiquetas disfrazadas de patologías.
Aporta recursos para enseñar a los hijos a sufrir sin traumatizarse y a verbalizar sus sentimientos para fortalecerse.
Ofrece pistas para hablar de sexo y convencerles de que las drogas pasan factura.
Muestra lo inadecuado que resulta ejercer de padres colegas y cómo hacer sentir a un adolescente orgulloso de sus padres y de sí mismo.
Pone de manifiesto las realidades cambiantes de las actuales estructuras familiares.
Reflexiona sobre cómo transmitir valores en una sociedad que no ayuda y a ganarse el respeto de los hijos.
Enseña a negociar, así como a pedir perdón y a valorar la risa.
Enfoca la actual realidad de internet y las redes sociales como oportunidad, sin eludir los peligros del ciberespacio.
Este libro es, ante todo, un manual práctico que ofrece la complicidad necesaria para asumir esta compleja tarea sin miedos y con la certeza de que no hay peor decisión que la de no intervenir.