Febrero es un único y largo poema cuya escritura no ha sido lineal. Y esto hace que también su lectura pueda ser discontinua, fragmentaria, llegando a ser puntual, o transversal, lo que en todo caso sólo es posible gracias a que en verdad el poema trata únicamente de sí mismo, desde el primer al último verso. Mas Febrero no es sólo un tema, sino a la vez interlocutor y objeto de un diálogo, el modo mismo de abarcar también lo subjetivo, de apropiarse de ello.