Barry Gifford (Chicago, 1946) es conocido en España, sobre todo, por su labor como guionista cinematográfico, y en especial por sus trabajos con David Lynch en películas como Corazón salvaje o Carretera perdida. Pero aparte de eso (o no tan aparte), Gifford es un excelente y complejo narrador de historias, con una docena y media de novelas y libros de relatos, que han venido publicándose regularmente desde 1980 y, cosa ya ciertamente más rara, un poeta. El poeta Barry Gifford, como sucede en buena parte de la mejor poesía norteamericana, desde la generación beat a Carver, es también un contador de historias. Historias breves, o mejor aún, rápidas, bruscas como la exclamación y el grito, historias en las que no sobra una palabra, luminosas como un disparo de bengala en la noche, hirientes y apretadas como la lasca de pedernal que sólo un súbito golpe sabe arrancar. Historias de carretera, de hotel, historias de vida con todo el peso del recuerdo, como estas de Back in America que nos descubren y nos confirman que Barry Gifford, antes que nada y por encima de todo, incluso de la «literatura», es un estupendo poeta.