Ha sido Karmelo C. Iribarren quien ha espigado con enorme acierto Días sin pan, la antología de poesía wolfeana más enjundiosa e importante que ha aparecido hasta el momento. Una poesía que, a fuerza de verdad humana, de coraje expresivo y de rigor estructural se ha quedado a vivir para siempre en nuestra memoria. Y es que La máquina del mundo -así se llama un recentísimo CD en el que Diego Vasallo y Roger Wolfe ponen música y voz a unos poemas de este último- ha puesto en marcha su engranaje diabólico y los funcionarios del caos se han apoderado de la calle con ánimo de despojarnos de la escasísima libertad de la que todavía disfrutamos. Urgen poetas como Wolfe para recuperar posiciones. Poetas que sirvan para cualquier otra cosa y, cómo no, para hacer versos. Luis Alberto de Cuenca