Theodor W. Adorno, una de las figuras más destacadas del efímero siglo XX, uno de los últimos exponentes del individuo burgués, uno de los últimos genios: desde su infancia en las postrimerías del siglo XIX, sus años escolares durante la Primera Guerra Mundial, su formación intelectual en Francfort, Viena, Berlín y Londres en el período de entreguerras, la experiencia del nacionalsocialismo y de la Segunda Guerra Mundial y el exilio en los Estados Unidos del New Deal, hasta su regreso a la Alemania de Adenauer y de la protesta estudiantil, en Adorno se concentra de forma ejemplar el «siglo de los extremos». Detlev Claussen presenta a Adorno como un artista cuyos múltiples intereses –musicales, sociológicos y filosóficos– hay que entender de forma unitaria.
«En una necrológica sobre Adorno he dicho lo que aquí quisiera repetir: si hay un hombre que merezca el calificativo de genio en nuestra época de transición, es sin duda él.» Max Horkheimer, 1969.
Detlev Claussen presenta la figura de Adorno al gran público: el retrato de un intelectual único, en cuya vida y obra se concentra todo un siglo.