«Creado con el propósito de desenmascarar la leyenda del pintoresco español, mi libro aparece hoy como un libro pintoresco, repleto de esos contrastes y de esos efectos que normalmente se asocian a la idea de lo pintoresco... Pero quizás no exista ironista que no se haga la zancadilla. Después de todo, el lector parece preferir un libro pintoresco, incluso si trata de demoler una leyenda "pintoresca", a un libro de lugares comunes sobre hipotéticas maravillas pintorescas.» Así pone de manifiesto Mario Praz el auténtico meollo de su viaje literario a España en 1926. Ante todos aquellos que veían en España una tierra auténtica, profunda y pintoresca, Praz sólo detecta monotonía, turismo y pesadez de estómago. Todas las ideas convencionales, y especialmente sus referencias literarias, son demolidas aquí con una deliberada intención profanadora. Con ojos desencantados, nos presenta una nueva construcción antirromántica, algo bizarra y llena de humor, donde más que nunca se «desacraliza» lo español. Pero en su particular y contradictoria profanación no puede evitarse el flirteo con ciertas profundidades, donde estriba esa pintoresca zancadilla de la que, con distancia, avisaba el propio Praz y que convierte este libro, de alguna manera, en su «auténtica noche española».