El estudio del Estado bizantino –cuya historia general, desde sus inicios como Imperio romano de Oriente, en el año 324, hasta la caída de Constantinopla en poder de los turcos, en el 1453, presenta aquí Ostrogorsky- no sólo nos conduce al mejor conocimiento y comprensión de la herencia dejada por la Grecia antigua, o a la mejor tradición del helenismo. Bizancio, la Cismática, es también –por sí misma- una pieza insustituible y fundamental de nuestra tradición y nuestra historia.