La humanidad siempre ha tratado de expresar sus sentimientos y aspiraciones a través de los monumentos y obras de arte que, con el paso del tiempo, se han convertido en un auténtico patrimonio cultural que había que proteger y conservar para salvaguardar la memoria colectiva de los pueblos. De este modo, los bienes culturales se convierten en auténticos documentos patrimoniales que testimonian cómo se ha ido conservando la memoria histórica, al mismo tiempo que nos invitan a poner todo nuestro empeño en seguir conservándola.
Inmersos en una sociedad cada vez más interesada en experimentar nuevas sensaciones estéticas y culturales, nuestra tarea como educadores es hacer comprender a las nuevas generaciones que dichas experiencias forman parte de la memoria histórica que ellas han heredado y que están llamadas a transmitir íntegramente. Fruto de ese empeño, este libro no pretende otra cosa que despertar del sueño la memoria de un pasado cultural que para muchos es poco conocido y menos valorado, pero que necesita ser recuperado, protegido y reconocido como el mejor regalo que las generaciones pasadas nos dejaron en testimonio de lo que constituyó su único legado: la memoria imperecedera del significado que para ellas tuvieron las cosas y los lugares.