En una época en que la obra de arte era expresión no sólo de sensibilidad estética por parte de quien la encargaba, sino también de riqueza, posición social y política, y creencias religiosas, la figura del patrono tenía que resultar una pieza clave del proceso creativo. El presente libro ofrece un completo análisis de su influencia en el desarrollo de las artes, su cambiante relación hacia el artista, y las formas diferentes –o similares- que adoptó la comitencia en los principales focos del arte italiano del primer Renacimiento, de la república de Florencia a la Roma papal o la Ferrara de los Este.