«Mi madre me decía que mirara fijamente a las personas y las cosas. Paquito, tienes unos ojos que intimidan. Y yo veía en el espejo de nuestro grande, frío cuarto de baño de una familia hidalga pero sin demasiados posibles, mis propios ojos, grandes, negros, brillantes, tristes y duros, como los de un capitán de cenetes.»