Ana de Mendoza y de la Cerda, princesa de Éboli, fue en su época una mujer que andaba en boca de todos, a causa de su belleza, su linaje, su matrimonio y, sobre todo, su personalidad. A nadie dejaba frío, todos tenían una opinión de ella, buena o mala. Hasta ahora, la mala es la que ha dominado en la historiografía; tal vez sea hora de dejar a un lado la figura mitológica, la leyenda en que se ha convertido la princesa de Éboli e ir a buscar a la verdadera Ana de Mendoza. Los autores de este libro, apoyándose en documentación inédita, han seguido desde el principio una idea fundamental: no inventar nada, no crear nuevas ficciones, mitos o leyendas; atenerse estrictamente a la verdad histórica, y ofrecer un retrato lo más verdadero y objetivo posible.La princesa de Éboli fue una mujer extraordinaria, pero al mismo tiempo fue una mujer arraigada en su tiempo, en su época. Es por ello que hay situarla siempre en su contexto y juzgar sus acciones (si hay que juzgarlas) como las de una mujer noble de la segunda mitad del siglo XVI, una mujer que, a veces, se salía de lo corriente, pero que no por eso dejaba de ser una mujer de carne y hueso que se preocupaba por sus hijos, por su marido, por su hacienda, por su reputación (su honra), por su lugar en el mundo y por las injusticias que tuvo que sufrir. Todo esto la hace mucho más interesante como persona histórica que cualquier invención, fantasía o especulación por las que demasiados biógrafos se han dejado llevar.