Manuel Medina es un hombre hecho a sí mismo. Desde sus humildes orígenes en la cañada de la Fuensanta (Jaén) hasta dirigir uno de los bufetes más prestigiosos de España, su vida ha sido una lucha diaria por alcanzar sus propósitos. El hambre fue durante muchos años la constante de su vida en una tierra dura en la que padres e hijos tenían que trabajar de sol a sol. A los veinte años abandonó la cañada e ingresó primero en la Policía Armada y más tarde en el Banco Central. Entró como ordenanza y, dedicando largas noches al estudio, obtuvo primero el título de bachiller y después la licenciatura de derecho, lo que le permitió escalar hasta los puestos más altos de la entidad bancaria. En los años ochenta fundó su propio bufete, desde donde sigue luchando frente a cualquier injusticia. Manuel Medina es uno de esos hombres a quienes nadie puede negar el reconocimiento del éxito, lo que le ha permitido mantener relaciones con significadas personalidades, desde el rey Juan Carlos a Adolfo Suárez, desde José María Pemán a Paco Ibáñez, desde Isidoro Álvarez a Baltasar Garzón... Muchos le consideran un triunfador, otros reconocen el ejemplo de superación que es su propia vida, pero para él hay algo más importante, lo que él considera su gran triunfo, la gran conquista de su vida: su familia.