«Durante años, junto con su socio, Paul Bessange, Böhmer había hecho acopio de los diamantes más grandes y más puros que había entonces en el comercio en Europa para crear un collar único en el mundo. En realidad, más que en un collar la increíble joya hacía pensar en un impresionante pectoral, formado por una vuelta de diecisiete diamantes del tamaño de nueces, de la que salían tres festones con pendentifs en forma de lágrima en el centro, enmarcada a su vez por cuatro largas tiras de diamantes dispuestos en triple fila, que llegaban casi hasta la cintura. Las dos interiores se cruzaban a la altura del seno, tenían en su confluencia un diamante gigantesco y seguían luego su trayectoria hasta concluirla, al igual que las dos tiras exteriores, en cinco borlas centelleantes. En conjunto, las piedras pesaban nada menos que 2.800 quilates [;] y el valor del collar giraba en torno a la vertiginosa suma de un millón ochocientas mil libras. A pesar de su denominación de collier en esclavage, la joya era digna de la mujer que había sido descrita por Thomas Carlyle como ;la sultana del mundo; [;]. La muerte repentina del bien aimé hizo que el proyecto se desvaneciera y Böhmer puso entonces sus esperanzas en María Antonieta, que ya siendo delfina se había granjeado fama de croqueuse de diamants. La ocasión propicia para los joyeros se presentó en 1775.» Benedetta Craveri