Cuando, al cabo de un año de la muerte de su madre, Cally cree volver a verla, nadie la cree. Ni su padre, que no ha pronunciado el nombre de su mujer desde que ésta murió; ni su hermano, que se pasa el día encerrado en su habitación. En la escuela Cally cada vez se siente más alejada de sus amigos, y sus profesores tampoco parecen entenderla. Por lo tanto, si nadie le presta atención, ¿qué sentido tiene hablar?