Mencionar a EL CHAVO DEL OCHO es, indudablemente, la mejor forma de ejemplificar lo que significa el concepto "humorismo": el comentario que nos provoca una carcajada, junto a la reflexión que nos arranca una lágrima; el sarcasmo que nos inquieta, la ingenuidad que nos acaricia, la denuncia que nos sacude, la nostalgia que nos arrulla, el ingenio, la chispa, la gracia, la ironía, etcétera. Este humorismo, producto del talento de Roberto Gómez Bolaños, ha sido proyectado en el mundo entero, vía televisión, durante más de un cuarto de siglo; pero no es hasta hoy cuando queda concentrado, por primera vez, en las páginas de un libro. Un libro (éste) que se caracteriza por tener, entre otras, una virtud muy especial: no hay un solo párrafo que no contenga algo interesante. O lo que es lo mismo: no hay desperdicio.
"...el profesor dijo que los primeros que usaron a los caballos fueron los chinos, pero la Chilindrina dice que no; que antes los usaron las yeguas."
"Me gustaría tener una mamá... o una tía... o un perro... o algo."
"...y también había un presidente que se llamaba Porfirio Díaz, que fue el que por más tiempo soportó a los mexicanos." "Los animales que comen carne se llaman carnívoros; los animales que comen frutas se llaman frutívoros; los animales que comen de todo se llaman ricos."
El libro presenta además (y también por vez primera) otra manifestación del talento artístico de Roberto Gómez Bolaños: los dibujos que van intercalados en el texto, que son igualmente de su autoría.Lo dicho: un libro sin desperdicio.