Tanya sueña con ser azafata de vuelo y así poder dejar el absurdo museo donde trabaja, pero antes deberá pasar por el mal trago de mostrar las excelencias de la Rusia postsoviética a un grupo de americanas dispuestas a conceder una subvención al museo. Y lo peor es que tendrá que alojarlas en el ruinoso edificio donde vive, aunque lo que más le preocupa son quienes lo habitan, empezando por su abuela Lukeria, una ortodoxa renegona que fuma en la ventana para espiar a los vecinos, por no hablar del fantasma del viejo Mircha, que deambula por el edificio, o de Yuri, un joven trastocado por el trauma de la guerra, que no se desprende de su casco de astronauta y sueña con ser un pez. En "El cuaderno ruso de los sueños" lo onírico y lo surrealista se cuela por la precaria realidad de un país devastado por las recientes guerras. Un relato tan mágico como realista y entrañable por la humanidad de sus personajes, que sobreviven al presente y se resisten a abandonar sus sueños...