¡Dinero, dinero! La verdad es que nunca había pensado mucho en el dinero hasta que papá se quedó sin trabajo. Entonces todo cambió. En lugar de pensar en todo lo que queríamos, empezamos a pensar en lo que necesitábamos de verdad. Al principio, la cosa no estaba tan mal. En realidad, estaba bien tener a papá en casa, poder desayuna con él antes de ir al cole y, al volver, encontrarlo en la parada del autobús esperándonos. ¡Era divertido!