El oso chiquitín se desperezó aún adormilado y bostezó dos veces. Olfateó el aire buscando el aroma del desayuno y fue entonces cuando se preguntó por primera vez qué era aquel olor que le envolvía allá donde estuviese.
El oso chiquitín y el oso grandote salieron de la madriguera en busca de aquel olor tan especial. Y en el bosque olía a resina, y a miel, y a avellanas y a lluvia, y a fuego... pero ninguno de esos era el olor que buscaba el oso chiquitín.
Más tarde, cuando la luna asome por el horizonte y el oso chiquitín se acurruque soñoliento en los cálidos brazos del oso grandote, descubrirá que el aroma del amor es dulce como un te quiero.