Caja que contiene tres volúmenes: las novelas de viajes César Cascabel y Claudius Bombarnac, de Jules Verne; y la monografía La Tierra de Jules, del geógrafo y ensayista Eduardo Martínez de Pisón.
El planeta Verne existe. Es una proyección imaginaria del planeta Tierra creada por la fantasía de su autor y retenida como una esfera más en el cosmos ideal de cada uno de sus lectores. Tal planeta paralelo al terrestre está trazado con geografía precisa y colmado de aventuras. Esa geografía verniana es el fundamento de un fabuloso mosaico de escenarios de emociones viajeras, con témpanos, remolinos, ciclones, selvas y turbadores paisajes subterráneos.
El planeta Verne es en parte real y en parte inventado, unas veces está y otras no en los mapas oficiales o en los manuales escolares, pero, con su propósito manifiestamente pedagógico, se convirtió en la «geografía» más leída en todo el mundo. Una geografía que en su época estaba aún haciéndose a golpe de exploración, témpano a témpano, selva a selva, manantial a manantial, isla a isla y risco a risco.