¿Y si Dulcinea no fuera un personaje, sino un lugar? Sobre Miguel de Cervantes se sabe todo, y nada. Sus biografías podrían definirse como aproximativas. En DULCINIUM se esboza lo que pudiera ser la llave de su gran amor, y del bíblico desencanto con la patria. En la guerra de Kosovo de 1999, informando sobre la campaña de la OTAN contra Serbia, Angela Rodicio descubrió que la localidad montenegrina de Ulcinj se trataba de la antiuga Dulcinium. Se quedó boquiabierta cuando, en la primera de diversas visitas, sus habitantes no cejaban en dar todo tipo de detalles sobre la estancia de Cervantes, cautivo, entre los muros de su fortaleza. Fue el comienzo de más de una década de viajes y revisiones de aquella leyenda y su significado en la vida y la obra de nuestro escritor más universal.