En esta novela se entremezclan muchas pequeñas historias: historias de guerra en el desierto e historias de hombres que intentan por todos los medios sobrevivir en una tierra sin ley, historias de tortura pero también de la importancia y dilatación del tiempo en este rincón deshabitado del mundo, que no se nombra en la novela, pero que acoge las tierras de frontera de Irán, Irak y Turquía. Cerros en la lejanía, colores ocres y en lo alto un cielo libre de rapaces: ésta es la tierra en la que el contrabandista se mueve. El camino hacia las mercancías codiciadas, whisky, cigarrillos, en especial ordenadores. Atraviesa un campo minado. Pero no es éste el único peligro al que se expone: ha de cruzar puestos fronterizos, tener precaución con los soldados y al mismo tiempo con los ladrones, que han puesto la mira en sus fajos de dinero. La lectura del paisaje, la atención a cada señal de cambio se convierte así en una cuestión de supervivencia.