El travieso Mondragó vuelve a hacer de las suyas. Alborota a todos los dragones en las dragoneras del colegio y el director le da a Cale un ultimátum: si quiere seguir llevando a su dragón con él, debe ir todas las tardes a la dragonería para que sea adiestrado. Una vez allí, Antón, el dragonero, le pide ayuda a Cale con las incubadoras de las futuras crías de dragones. El trabajo parece fácil, hasta que alguien… o algo… los encierra en la incubadora horno de los compactiformes y unos extraños seres disfrazados de plantas roban algunos huevos de dragón. ¡URGENTE! ¡Cale y sus amigos deben recuperarlos antes de que sea demasiado tarde!