La dispersión de objetos de arte fuera de España en los siglos XIX y XX propone una reflexión en torno a una serie de fenómenos, muy poco conocidos hasta ahora, que afectan al mundo del coleccionismo artístico. Una de las cuestiones vertebrales que se plantean es la fatal combinación de codicia e ignorancia, binomio que afectó a numerosas colecciones y favoreció la dispersión de objetos de arte fuera de la Península. Otro campo muy poco estudiado y que ahora se desvela es el papel ejercido por los agentes y marchantes de arte —artistas, historiadores, funcionarios de museos, etc.—, que trabajaron oscuramente y fueron sangrando las colecciones artísticas del país.