Martha es una joven judía en el Berlín de los años veinte. Se casa con un alemán y tienen una hija, Úrsula, pero su marido muere y Martha se tiene que valer por sí misma trabajando como fotógrafa de animales. Un día su hija de diez años desaparece, y ella misma la encuentra al día siguiente en una cabaña con síntomas de haber sido violada y agredida. La llevan al hospital en estado grave y la niña permanece en coma durante varios días, con gestos de sufrimiento y sin síntomas de que pueda recuperarse. Martha atormentada por el dolor y por el hecho espantoso de la violación, decide ahorrar sufrimientos a su hija, y le suministra un veneno. Cree que así podrá mantenerla pura en su memoria.
A partir de ahí Martha vive obsesionada por la venganza, intentando encontrar al violador, y también por el recuerdo continuo de su hija, que la acompaña a todas horas del día. Su sensibilidad, su independencia, la enfrentan a una sociedad que no tolera la originalidad. Menos en una Alemania en la que cunden los sentimientos antisemitas que desembocarán en la locura nazi. Con el paso de los años Martha volverá a tener una relación con un hombre más joven del que termina enamorándose, y recuperará parte de su vida, pero siempre marcada por el terrible suceso de la muerte de su hija, y siempre con una vida interior torturada.