El mundo de Pedro está repleto de unos amigos maravillosos que hacen que sus días sean tan divertidos, pero las cosas cambian el día que Pedro empieza a ir a la escuela. A medida que el chiquillo se va haciendo mayor, sus amigos parecen ir desvaneciéndose y con ellos parte de la chispa de la vida. Un encuentro fortuito con una niñita muy especial recuerda a Pedro - y también a los lectores mayores y pequeños-, que la magia y la capacidad de asombro no desaparecen nunca, que siempre permanecen en nuestros corazones, tan sólo hay que avivarlas.