François Truffaut (1932-1984) pasó de ser un enfant terrible de la crítica cinematográfica en Cahiers du Cinéma y Arts a un reposado, contenido, lírico, poético, romántico y equilibrado director. Su pasión por la vida y la literatura, íntimamente unida a los bellos sentimientos, esbozaron una de las filmografías más coherentes del cine francés.