La obra literaria de Antonio Pereira, vive actualmente una coyuntura propicia para la reflexión y el análisis. Sus cuentos se reeditan en España y traducen a varias lenguas, mientras su poesía está mereciendo la condigna atención de los estudiosos. A este hecho acude la edición de Meteoros (Poesía 1962-2006), donde el conjunto de su obra poética ha sido revisada (y en algunos casos, corregida) por el autor, con el regalo epilogal de unas inéditas confidencias: ?El poeta hace memoria?.
Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo, 1923) empezó a publicar sus versos en periódicos y revistas con una precocidad que él dice lamentar. Y al contrario, su primera salida en libro fue tardía, y ocurrió en la colección Adonais con El regreso. La causa de esta moratoria puede hallarse en las circunstancias del poeta, que ejerciente de muy diversas actividades, halla en su vocación de viajero el temporal desarraigo. Tal vez a ello se deba su presencia borrosa ?incluso ausencia- en esas fotos de familia en que los eruditos reúnen a un grupo de poetas bajo el rótulo de ?generación?. Pereira caminó y voló ?por libre? y no se apresuró a afiliarse a fugaces modos y modas. Poeta individual, mas no solitario, compartió en León durante décadas diálogo con otros inmóviles en las travesías del frío: González de Lama, Victoriano Crémer, Antonio Gamoneda?
Después de El regreso, se sucederían una serie de poemarios. El inmediato siguiente es Del monte y los caminos, donde se adensa la conciencia de su voz y la tensión ética de su palabra, una poesía que él reconoce como urgente y necesaria, y que la crítica saludó con entusiasmo. Se editó en El Bardo, lo mismo que en su día, Dibujo de figura. De su amor a Portugal se nos ha dado un libro entero, Cancionero de Sagres, con la honda saudade del país fraterno, acentuada por lo que fuera entonces la dictadura y la sangría de otras guerras ultramarinas. Y Una tarde a las ocho, al que siguió Memoria de Jean Moulin. Y ahora, en fin, un libro nuevo, Viva voz, que cierra este volumen.
Declara Pereira que todo cuanto escribe es poesía o que, al menos, tiene vocación de serlo, lo mismo sus versos que su copiosa narrativa breve: economía verbal, potenciación del lenguaje, fervor por el poder de sugerencia de la palabra, captación de la complicidad del lector? Un escritor, en suma, que a su admirable trayectoria como prosista une ahora el resplandor de una obra poética tan rigurosa como conmovedora en su filiación estética con los desafíos de la modernidad.Sin duda una referencia imprescindible para completar el panorama de la lírica española durante la segunda mitad del siglo pasado. Ha recibido reconocimientos diversos. Citaremos el premio Fastenrath que le concedió la Real Academia Española, el Premio Castilla y León de las Letras, o el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad de León, pero ninguno como el fervor que este escritor de culto lleva cosechando por parte de los lectores incondicionales que han reconocido en él, la tan frecuente como a veces invisible leyenda de los grandes e irrepetibles maestros.