La existencia de los visigodos, contada en forma narrativa, como nadie hasta hoy lo había hecho. Una parte de la historia que muchos desconocen y que sin embargo fue clave para el desarrollo de lo que luego terminó siendo España. Gunterico hijo de Walia compagina -como muchos nobles godos- la administración de sus fincas ribereñas con el servicio militar en las escuadrones del conde de Recópolis. No sospecha que el indulto regio que se ha concedido a su ex-vecino Agiulfo, hijo del rebelde Helfredo, va a arrastrarle a un enfrentamiento con episodios cada vez más encarnizados en los que el derecho visigodo, la lealtad al monarca y las instancias ordinarias de la administración pública serán insuficientes para mantener sus tierras y honor familiar. En Nadie entierra a los lobos, el mundo de los forajidos, las plagas que azotaron el reino, y la vida de las minorías de peninsulares se combinan en una trama que reconstruye, hasta donde nos es posible, el vivir cotidiano y las estructuras de un Estado cuya existencia ignoran muchos contemporáneos.