Ivars se adentra en la gran carpa que despliega el rizoma moviéndose como un tramoyista entre una maraña de cables, cuerdas y poleas: comprueba la solidez de los tensores, atiranta ahora este o destensa aquel, redistribuye las cargas y tensiones internas... El aire comienza a correr entonces de otra manera y se delinean de modo diferente las luces y las sombras. Poco a poco nos vamos alejando de la imagen estándar en la que ha acabado precipitándose lo que sabemos del rizoma, el espacio entero se va redibujando, se convierte en otra cosa... Imperceptiblemente casi, el relampagueo de la progresión rizomática se va apagando y comienza a escucharse en su lugar la respiración de la esponja.