Agobiada tras un complicado divorcio, Sadie Harris había llegado al límite. Su empleo de camarera no bastaba para pagar las facturas, mucho menos asegurarle la custodia de su hijo, una batalla que se negaba a perder. Desesperada, había aceptado trabajar de asistenta para Dawson Reed, el hombre que había sido juzgado por el asesinato de sus padres adoptivos. Estar a solas con él en la aislada granja parecía muy arriesgado, pero a Sadie no le quedaban más opciones.
Dawson le había proporcionado a la pequeña ciudad de Silver Springs numerosos motivos para que desconfiaran de él, sin embargo, en el caso del asesinato de sus padres era inocente. Y tenía la esperanza de dejar atrás el doloroso pasado arreglando la granja para poder llevarse a su hermana dependiente a vivir con él.
A medida que la relación profesional de Sadie y Dawson se iba convirtiendo en algo personal, Sadie comprendió que Dawson no tenía casi nada que ver con ese chico malo que todos los demás veían en él. Poseía un gran corazón, un corazón por el que, quizás, incluso merecería la pena luchar.