Los samuráis no aceptan entrenar con instrumentos de bambú. Solo las hojas de verdad, al ser mortales, pueden alcanzar la verdad. Todo el adiestramiento que recibe un guerrero se centra en la búsqueda del instante crucial, de la chispa fugaz que, en combate, decide quién vive y quién muere. Un único y fulminante tajo que hace que brote la sangre llevándose la vida en su lluvia escarlata.
Carece de importancia quién sea el vencido y quién el vencedor.
El momento decisivo, eso es lo único que cuenta.