«Para Dennis Covington, lo que comenzó como un simple encargo periodístico ?cubrir el juicio de un predicador de Alabama condenado por tratar de matar a su mujer con serpientes venenosas? se acabaría convirtiendo en una aventura que le llevaría a zambullirse de cabeza en un mundo extraño, misterioso y, en última instancia, irresistible y de una fe inamovible: el mundo de los manipuladores de serpientes, donde la gente bebe estricnina, habla en lenguas, impone las manos a los enfermos y, según juran ellos mismos, resucitan a los muertos.»